martes, 15 de noviembre de 2011


El tiempo es un cuaderno en blanco. La vida es una suma de pinceladas, borrones y palabras.
Cada momento que vivimos, es una muesca más en el cuaderno.
Puedes sentir que se para el tiempo, pero el tiempo está ahí siempre. Siempre entre tus manos esperando a que hagas algo con él a parte de dejarle en el cajón. Porque... por mucho que quieras olvidarle, él siempre estará ahí.
Hay días que se nos hacen eternos. Hay años que pasan volando, pero las páginas del tiempo corren o no corren si las usamos, pero no desaparecen, ni tampoco se pueden borrar.
Siempre hay dos maneras de actuar: la propia y la ajena. Puedes usar tu tiempo o dejar que otros lo usen por ti.
Yo tengo aun mi cuaderno en el cajón y las manos llenas de tinta y desearía poder cogerlo ahora mismo y plasmar mis manos ennegrecidas una y otra vez, una y otra vez, para que nunca se me olvide el aspecto que tienen mis huellas.
Así podré VER claramente que aun existo, que aun soy quien era hace años y que aun mantengo cosas de cuando nací.
Es mi tiempo.
Y aunque haya páginas escritas que adoraba y que no quiero perder, dejar el resto en blanco no las hará volver.

Sólo en mis fotos puedo parar el tiempo, pero ellas también están plasmadas en mi cuaderno.

lunes, 14 de noviembre de 2011


La vida es un camino largo y sinuoso. A veces ancho y próspero y otras veces estrecho, abrupto y eterno.
Vas caminando por él poniendo mil ojos a todas partes, para no tropezar y quedarte en él... para poder seguir adelante.
Hay momentos en que un precioso atardecer corona el horizonte del camino y puedes permitirte correr contra la brisa mientras los momentos que vas viviendo pasan raudos y dulces a tu lado.
Otras, sin embargo, el camino se hace cuesta arriba, la noche es eterna, y para seguir adelante tienes que impulsarte hasta con las uñas, aunque estén rotas.
Y, a veces, te das de bruces con el cambio. Mientras corres despreocupado por un camino maravilloso hay una piedra que no ves y se te hunde el corazón en el pecho durante esa caída eterna hasta que tu rostro se roza contra el suelo.
Yo tengo hundido el corazón en el pecho, acaba de llegar la caída y he dejado de ver el camino.
Se han desconectado mis pies del suelo.