domingo, 5 de agosto de 2012



Es un gesto impaciente con la mirada perdida. Una sucesión de cuentos sin moraleja. Un respiro equidistante que quema el cuerpo por dentro. Escondiendo bajo llave sus lamentos.
Es dulce melancolía, cabizbaja señorita noble que no aguanta la espera. Es momentos sin comparación, un puño entre las costillas. Es la chispa ante el explosivo inestable.
Es un instante más ante el abismo con la duda. Es un suspiro más por un amor que ahora está muerto. Es el sigilo del gato que da nombre a todas las noches. Las pupilas que se pierden en remolinos de estrellas.
El punto de fuga en el bosque del recuerdo. El puñal en la espalda que hace tantas cosquillas. Es esa magia en la que no crees que de noche te asalta. Ese mar en calma que amenaza con tragarte.
Fluye un momento más hacia lo inconcebible. Respira subproductos del sistema y gime. Recuérdame como esa piel tan suave que tocaste. Por un instante. Tu nombre quema como el fuego.
Recuerda un beso mío que jamás tuviste a mano. Hermano. Somos quienes somos cuánto más gritamos. Si el alma añora soltar un alarido, rómpete la boca de pegar berridos.

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